Hasta aquí podría ser el relato típico del deportista que lleva años entrenando en silencio y a la sombra a la espera de su oportunidad para ocupar el trono. Sin embargo, su gesta tiene bastante miga.
Rob, electricista de profesión, lleva tan sólo dos años consagrado a su gran pasión, los dardos, eso sí, sin ningún tipo de aspiración profesional. Su triunfo sobre Taylor en el día de su retirada parecería una historia más de Navidad pero, desgraciadamente, estas cosas sólo suceden a los que tienen un don especial. Y Rob, lo tiene.